Por mi raza hablará el espíritu. El lema de la UNAM cumple 100 años

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La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es la máxima casa de estudios en el país y una de las universidades más grandes de Iberoamérica y hoy su escudo y su lema están cumpliendo 100 años.

La UNAM tiene sus orígenes en la Real y Pontificia Universidad de México, establecida en 1551 y que fuera clausurada a mediados del siglo XIX.

Cuando se habla de la UNAM, al mismo tiempo se habla de una parte de la identidad mexicana, de tradición, de patrimonio nacional, de vanguardia en investigación, ciencia, tecnología; es hablar de arte y cultura, de educación de primer nivel.

Tal cómo la conocemos al día de hoy, la UNAM se constituyó en 1921 como Universidad Nacional de México y años después obtendría su autonomía, sin embargo, fue el 26 de abril de 1910 cuando se vio la posibilidad de consolidar un a institución que tuviera como objetivo primordial, el “mexicanizar” el conocimiento.

¿Cuál es el lema de la UNAM?

El lema que ha caracterizado a la UNAM desde hace 100 años es: Por mi raza hablará el espíritu.

¿Quién dijo la frase por mí raza hablara el espíritu?

José Vasconselos fue el creador del lema de la UNAM, quien además marcó el rumbo de la Universidad al definir no sólo la misión de los universitarios al servicio del pueblo, sino su lema y escudo, señala Fabio Moraga, investigador de la Coordinación de Humanidades y experto en el trabajo de Vasconcelos.

¿Quién creó el lema y escudo de la UNAM?

Fue precisamente José Vasconcelos, quien alguna vez dijo: “Imaginé así el escudo universitario que presenté al Consejo, con la leyenda ‘Por mi raza hablará el espíritu’, pretendiendo significar que despertábamos de una larga noche de opresión”

El exrector de la entonces Universidad Nacional de México hizo un aporte enorme: “más allá de la raza cósmica, unió a todos los latinoamericanos bajo una misma identidad”, señala Moraga.

¿Quién fue José Vasconcelos?

El 9 de junio de 1920, José Vasconcelos fue nombrado rector de la entonces Universidad Nacional de México, y hasta su salida (el 12 de octubre de 1921) la dotó de dos importantes elementos de identidad.

En abril de 1921 propuso al Consejo Universitario cambiar el escudo que hasta entonces estaba formado por un águila en un nopal, enmarcada por la leyenda patria: ciencia, amor, salud y pueblo, y propuso uno nuevo con el lema “Por mi raza hablará el espíritu”.

El escudo, en el que el águila mexicana y el cóndor andino protegen el mapa de América Latina, plasma la unificación de los pueblos iberoamericanos, explica Moraga.

En tanto, “Por mi raza hablará el espíritu” refleja la realidad de una época en la que las esperanzas de la Revolución estaban vivas, en la que había fe en la patria y el ánimo redentor se extendía en el ambiente. Ese “espiritualismo”, que profesaba Vasconcelos era parte de una corriente intelectual que se plasmó en la educación mexicana por largo tiempo y que se tradujo en las campañas de alfabetización y las misiones culturales.

La “raza” es una abreviación de la “raza cósmica”, que refiere el mestizaje en nuestro continente, idea que posteriormente describió en su ensayo “La raza cósmica”, de 1925.

Ahí, Vasconcelos concreta la ideología de la “quinta raza“, una síntesis de todas las razas del mundo para construir una nueva civilización. La “raza cósmica” es resultado de la mezcla de las razas roja (amerindios), blanca (europeos), negra (africanos) y amarilla (asiáticos).

“Humaniza el tema de la raza, lo adapta a América Latina, generando un discurso político que mueve a la gente; es un aporte enorme. Más allá de la raza cósmica, une a todos los latinoamericanos bajo una misma identidad”, afirmó el también académico de la Facultad de Filosofía y Letras.

Antes de llamarnos América Latina, Vasconcelos une a todos sus habitantes bajo la misma identidad política y cultural; fue una idea trascendente porque, por primera vez, nos hizo razonar que somos muy parecidos y que necesitamos avanzar juntos.

Una universidad para la nación

Al ser nombrado rector, José Vasconcelos dijo “Yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a la Universidad que trabaje por el pueblo”. Su objetivo fue preparar a los profesionales que el México posrevolucionario requería.

Durante su gestión se preocupó por alejar a la Universidad de la imagen elitista. Ya no sólo los privilegiados tenían acceso a ella; le otorgó una misión histórica al decir: “ésta es la universidad de la nación, del pueblo mexicano”.

Él dijo que, por sobre todo eso, “hay algo que trasciende, que es el espíritu y es la misión de la universidad, que más allá de cambios políticos y estructurales del país, prevalecerá, y eso se debe rescatar”, destacó Moraga, autor del libro “Muchachos casi silvestres”.

Adicionalmente, organizó un programa editorial que comprendía sobre todo la divulgación de los autores clásicos hacia amplias capas de la sociedad.

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