La misteriosa Piedra Pintada en las entrañas del Zócalo

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Se le conoce como la “Piedra Pintada” y es uno de los más grandes enigmas de la historia del México Prehispánico.

La “Piedra Pintada” es una misteriosa pieza arqueológica que aparece mencionada en varios momentos de la historia. La primera vez que se tiene registro de este monolito es en noviembre de 1841, cuando Isidro Rafael Gondra, quien fue conservador del entonces Museo Nacional de 1845 a 1852, le confió a su amigo y secretario de la Legación de los Estados Unidos, Brantz Mayer, la existencia de una pieza arqueológica de grandes dimensiones, la cual permanecía sepultada aún en el Zócalo debido a que el gobierno no tenía recursos para sacarla.

Dicha pieza arqueológica se trataría de una “Piedra Gladiatoria” o temalácatl, es decir, una piedra sobre la cual peleaban los prisioneros contra los guerreros sacrificadores mexicas, en lo que se conoce como “sacrificio gladiatorio” o ritual de “rayamiento”.

Según Gondra, la “Piedra Pintada” se encontraba originalmente en Templo Mayor frente de la “Piedra de Tizoc”, también conocida como “Piedra sacrifical”.

En un libro que escribió Grantz Mayer en 1844, recoge el episodio sobre la historia de la “Piedra Pintada”.

“Hace algunos años, mientras se hacían en la plaza ciertas reparaciones, hallóse este monumento a poca distancia de la superficie. El Sr. Gondra puso empeño en que la sacasen de allí; pero el Gobierno se negó a cubrir los gastos; y como, según él me cuenta, las dimensiones de la piedra son exactamente iguales a las de la Piedra Sacrificial [265 x 94 cm], a saber, nueve pies por tres [equivalentes a 274 x 91 cm], no se atrevió a emprender la remoción por cuenta propia”. 

Según lo que Gondra le contó a Mayer, los colores del enigmático monolítico se encontraban intactos; ese detalle fue el que le valió el nombre de “Piedra Pintada”.

En su narración, Mayer narra también como Gondra “deseoso de conservar en lo posible el recuerdo de los tallados que la cubren (a la Piedra Pintada), sobre todo teniendo en cuenta que dichos relieves están pintados de amarillo, rojo, verde, carmín y negro, y que los colores todavía se conservan completamente frescos, hizo un dibujo”.

En el libro de Brantz Mayer se publica por primera vez el dibujo de la Piedra Gladiatoria.

Años más tarde, fueron varias las voces que pidieron la búsqueda de la “Piedra Pintada”. Incluso, Alfonso Caso, quien fue director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, realizó algunos planos sobre la posible ubicación de la “Piedra Pintada”. 

En 1969, durante las obras que se realizaron en el Zócalo debido a la construcción del Sistema de Transporte Colectivo (Metro), se realizaron varias excavaciones en la zona, para tratar de hallar el monolito. Sin embargo, no hubo éxito.

Las obras que se realizaron en el Zócalo reavivaron la historia de la “Piedra Pintada”, no obstante que existen pocos indicios de su existencia.

Eduardo Matos Moctezuma, profesor e investigador emérito de la INAH, cuenta la historia de la Piedra Pintada en un artículo de la revista Arqueología Mexicana, el cual puedes consultar en este enlace.

 

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