Fue un navegante Genovés, que de muy joven fue artesano y un comerciante modesto, que tomó contacto con el mar a través de la navegación de cabotaje con fines mercantiles.
Algunos historiadores argumentan que Cristóbal Colón no era de Génova, situando su origen en Aragón, España; mientras otros dicen que nació en Portugal, sin embargo, su llegada a este último país, se da hacia 1476 cuando naufragó la flota genovesa en la que viajaba, al ser atacada por corsarios franceses cerca del cabo de San Vicente (Portugal).
Desde entonces Colón se estableció en Lisboa como agente comercial de la casa Centurione, para la que realizó viajes a Madeira, Guinea, Inglaterra e incluso Islandia (1477).
Entre 1470 y 1476 recorrió todas las rutas comerciales importantes del Mediterráneo, desde Quíos, en el Egeo, hasta la península Ibérica, al servicio de las más importantes firmas genovesas.
Al estudiar los tratados geográficos antiguos, consideró la idea de que, siendo la Tierra esférica, la costa oriental de Asia podría alcanzarse fácilmente navegando hacia el oeste.
Una serie de cálculos erróneos le habían hecho subestimar el perímetro terrestre y le llevaron a suponer, en consecuencia, que Japón se hallaba a 2.400 millas marinas de Canarias, distancia que, en realidad, es la que separa las Antillas del archipiélago canario.
Al exponer sus teorías, algunos marineros portugueses versados en la navegación atlántica le informaron seguramente de la existencia de islas que permitirían hacer escala en la navegación transoceánica; e incluso es posible que, como aseguran teorías menos contrastadas, tuviera noticia de la existencia de tierras por explorar al otro lado del Océano, procedentes de marinos portugueses o nórdicos (o de los papeles de su propio suegro, colonizador de Madeira).
En cualquier caso, hacia 1480 Colón estaba decidido a acometer la empresa de abrir una ruta naval hacia Asia por el oeste, basado en la acertada hipótesis de que la Tierra era redonda, y en el doble error de suponerla más pequeña de lo que es y de ignorar la existencia del continente americano, que se interponía en la ruta proyectada.
Hacia 1483 o 1484 defendió su proyecto de circunnavegación ante los portugueses, que lo rechazaron, por lo que a finales de 1484 o principios de 1485 dejó Portugal secretamente y viaja a Castilla.
Tras arribar con su hijo Diego a algún puerto del golfo de Cádiz, quizá Palos de la Frontera, visitó el monasterio franciscano de Santa María de La Rábida, en donde recibió ayuda material. El 20 de enero de 1486, los Reyes Católicos recibieron por primera vez a Colón en Alcalá de Henares (Madrid) y a continuación nombraron una junta de expertos para valorar el proyecto colombino.
A pesar de que muchos no daban crédito a lo que prometía, nunca le faltaron protectores. Algunos de los más constantes fueron frailes con influencia ante los Reyes, como el incondicional, buen astrólogo y entendido en navegación, fray Antonio de Marchena.
Otro religioso influyente, maestro del príncipe don Juan, y siempre favorable a Colón fue fray Diego de Deza. Un tercer religioso, decisivo en 1491 y 1492, fue el fraile de La Rábida, Juan Pérez. Además contó con el apoyo de algunos cortesanos distinguidos, como fue el caso de Luis de Santángel, Juan Cabrero o Gabriel Sánchez. Para hacer frente a sus necesidades, trabajó con sus manos pintando mapas de marear o portulanos y comerció con libros de estampa.
Finalmente, la reinaIsabel la Católica aprobó el proyecto de Colón por mediación del tesorero del rey, Luis de Santángel, a raíz de la toma de Granada, que ponía fin a la reconquista cristiana de la Península frente al Islam (1492).
La reina firmó las llamadas Capitulaciones de Santa Fe, por las que concedía a Colón una serie de privilegios como contrapartida a su arriesgada empresa. Obtenida la financiación necesaria, y contando con la inestimable ayuda deMartín Alonso Pinzón, Colón armó una flotilla de tres carabelas (la Pinta, la Niña y la Santa María) con las que partió del puerto de Palos (Huelva) el 3 de agosto de 1492.
Colón navegó hasta Canarias y luego hacia el oeste, alcanzando la isla de Guanahaní (San Salvador, en las Bahamas) el 12 de octubre de 1492. Por primera vez un grupo de europeos pisaba tierras americanas, aunque ni Colón ni sus tripulantes eran conscientes de ello. En aquel viaje descubrió también Cuba y La Española (Santo Domingo), e incluso construyó allí un primer establecimiento español con los restos del naufragio de la Santa María (el fuerte La Navidad). Persuadido de que había alcanzado las costas asiáticas, regresó a España con las dos naves restantes en 1493.
Cristóbal Colón murió a causa del síndrome de Reiter (también conocido como artritis reactiva) el 20 de mayo de 1506 en Valladolid. Sus últimas palabras de fueron: “En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu“.