La palabra parece un insulto, al menos así la toman algunos. Cuando alguien te dice: eres un chairo, no reacciones como si se tratara de un cumplido.
Incluso, el expresidente Felipe Calderón ha utilizado el término para responder a sus críticos en redes sociales: “Serénense #pejechairos”, escribió en su cuenta de Twitter hace unos meses.
Pero vamos por partes, ¿todos los chairos son seguidores de Andrés Manuel López Obrador? La respuesta es no. Se puede ser chairo y no ser fan de AMLO, o pejezombie, como peyorativamente también se les califica a los seguidores del tabasqueño.
Un chairo esencialmente es alguien que cuestiona todo, lo mismo lo que está dentro que lo que está fuera del sistema; es alguien que desconfía de eso que llamamos ‘las versiones oficiales’, y es alguien que no teme a expresar y reivindicar sus opiniones.
Los chairos son también excelentes polemistas y provocadores.
Estas características los vuelve víctimas frecuentes de bullying en redes sociales (para muestra, el tweet que envió el presidente Calderón).
Frente al bullying, Tamara D., bloguera mejor conocida como Plaqueta, recomienda reivindicar el chairismo, para despojarle su carga peyorativa.
“Si te ardes cuando alguien te insulta con una palabra como chairo en redes sociales y le dices que no te digan así, es como volver a la primaria. Cuando uno se burla de sí mismo lleva la mitad de la discusión ganada”, señala Plaqueta en un texto publicado por la revista Chilango.
Ser chairo es no estar conforme. Visto desde esa óptica, ¿no sería bueno que hubiera más chairos?
