Los mexicas creían que al morir, el alma tenía que bajar nueve niveles hasta llegar al Mictlan, el lugar de los muertos, pero antes el alma se tenía que desprender del cuerpo.
Tlaltecuhtli era la diosa de la Tierra que se encargaba de devorar los cadáveres; de acuerdo al mito azteca, tras devorar los cuerpos, esta deidad paría las almas, las cuales podían iniciar así su camino hacia el Mictlán.
De acuerdo con el libro Vida y muerte en el Templo Mayor, del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, las almas paridas por Tlaltecuhtli debían atravesar nueve pasos para llegar al mundo de los muertos. “Nueve, no por los meses de gestación, ya que los mexicas registraban el tiempo con un calendario distinto al nuestro, sino por las nueve ocasiones en las que la mujer dejaba de menstruar durante el embarazo”.
La diosa Tlaltecuhtli era representada en posición de parto; existen cuatro formas de esta deidas: femenino antropomorfo, masculino antropomorfo, femenino zoomorfo y como Tláloc-Tlaltecuhtli.
Su apariencia es la mitad de un rostro descarnado con un cuchillo o tepatl en boca y ojos; tiene cabello rizado lo que la asocia a deidades de la tierra e inframundo. Alfonso Caso, en su libro El Pueblo del Sol, la describe con arañas y alacranes que caminan en su cabellera.
De acuerdo con la tradición de los aztecas, Tlaltecuhtli fue creada por los dioses Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, quienes la bajaron del cielo en forma de un pejelagarto hembra llamado Cipactli.
Después, ambos dioses la conviertieron en serpientes: “uno la tomó de la mano derecha y el pie izquierdo, y el otro de la mano izquierda y el pie derecho, la apretaron tanto que la hicieron partirse por la mitad”.
Para compensar a esta deidad por los daños que le hicieron, los demás dioses acudieron a consolarla y ordenaron que todos los frutos necesarios para el hombre surgieran de ella.
Sin embargo, esta diosa lloraba por las noches, debido a su deseo de comer corazones de los hombres; además, se negaba a dar frutos a menos de que la regaran con sangre humana.
Por esta razón el culto a esta diosa era a través de sacrificios humanos: se le ofrecían corazones en vasijas llamadas cuauhxicalli y la sangre era diluida o vaciada en un temalacatl.
Su culto era exclusivo de la clase sacerdotal; hasta el momento no se conoce ningún templo dedicado a Tlaltecuhtli. Su imagen se talló en piezas donde no era muy visible, debido a que éstas eran de uso ceremonial.
Matos Moctezuma considera a esta diosa como una especie de ‘vagina dentada’.
La Tlaltecuhtli fue hallada en octubre de 2016 en un predio adyacente a la Casa de las Ajaracas. Es el monolito mexica más grande que se ha encontrado.
Puedes conocer el monolito de la Tlaltecuhtli en el Museo del Templo Mayor; los domingos la entrada es gratuita.