Breve historia del inicio del porno en México

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La producción de cine pornográfico en México se acerca a cumplir un siglo de historia.

Las primeras cintas porno hechas en nuestro país se filmaron entre las décadas de 1920 a 1950.

En la Filmoteca de la UNAM se reguarda una colección de más de 30 películas silentes, las cuales fueron han sido rescatadas al paso del tiempo, lo mismo en el sótano de un viejo cine de la Ciudad de México o en mercados de antigüedades.

Muchas de estas cintas son un total misterio, pues se desconoce incluso el título original y sus autores originales pues sus creadores optaron por firmar su obra con seudónimos.

La mayoría de estas películas pioneras del porno mexicano tienen una duración de 12 a 30 minutos. Su temática es variada: lo mismo cuentan la historia de un ranchero que seduce a una joven, o de un pintor que hace lo propio con su modelo.

En estas películas llaman la atención dos características: abundan las escenas lésbicas y los curas suelen ser personajes recurrentes. Tal es el caso de la cinta “El sueño de Fray Vergazo”, la cual incluso ya fue exhibida en la Cineteca Nacional, o “Chema y Juana”. En el primer caso, se cuenta la historia de un fraile que sueña con una orgía; el segundo título es un cortometraje ambientado en la época de la Revolución.

A propósito de la cinta de Fray Vergazo y la aparición de sacerdotes en estas películas eróticas, el libro “Filmoteca UNAM. 50 años” de Rafael Aviña, abunda lo siguiente:

“En otra, llamada Historia del monje loco, cuyo título hace alusión al exitoso programa radiofónico El monje loco, que popularizó en la XEW el actor Salvador Carrasco a fines de los años treinta —éste iniciaba con las frases: “Nadie sabe. Nadie supo la verdad acerca de…”, y tuvo, a su vez, su versión cinematográfica homónima en 1940 con el propio Carrasco, Alicia Ortiz y Miguel Inclán, bajo la dirección de Alejandro Galindo—, un sacerdote enloquecido hace el amor con una joven que encuentra en el campo; aunque se supone que todo ello es la historia que se narra en la radio, este corto porno explora otras opciones narrativas, convirtiéndolo en un trabajo hardcore muy rescatable desde el punto de vista fílmico

“El sueño de Fray Vergazo también insiste en la burla-parodia del ejercicio sacerdotal y la calentura sexual. A su vez, en otros cortos, aparecen curiosos intertítulos como: “Todos los personajes que intervienen en esta superproducción son casi casi decentes, aunque usted no lo crea… son de Jalisco”.

Algunos otros títulos de estas cintas pioneras en el porno nacional son “Las muchachas”, “Las lesbianas calientes”, “Tortillas calientes”, “Cuento de un abrigo de mink”, Mamaíta”.

Estas cintas en su mayoría fueron exhibidas en prostíbulos o cines clandestinos, como es el caso de “La tarjeta”, una librería ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en la que también se proyectaba este tipo de películas.

“La tarjeta” ha sido considerada como la primera sex shop en México; pues además de las proyecciones clandestinas de cine erótico, vendían revistas pornográficas, condones y algunos otros artículos para adultos.

(Con información de Filmeweb, Vivir México, EL UNIVERSAL y Filmoteca UNAM. 50 años) 

 

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