Tristes historias escolares de chakas chilangos

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Los días 28 de cada mes la iglesia de San Hipólito se llena de chicos con cejas depiladas y chicas con obligueras y cabellos decolorados, casi todos usan ropa pirata de marcas de prestigio y gigantes escapularios de San Judas Tadeo al Cuello. Se les conoce como chakas.

Casi todos tienen una opinión de estos muchachos que si son nacos, que si tienen cortes de pelo ridículos, que si afean el paisaje del Paseo de la Reforma, que si se dedican a asaltar o que si son ignorantes. 

En UN1ÓNCDMX les preguntamos a una decenas de ellos ¿A que escuelas fueron? ¿Sus maestros los trataron bien? ¿Su educación fue buena? ¿Por qué abandonaron sus estudios?  Estas son algunas de las historias. 

“La maestra me sacó al patio en ropa interior” 

Jaime está sentado junto a un puesto de tacos de canasta cercano a la iglesia de San Hipólito, lo acompañan su esposa y su pequeña hija de tres. 

Indica que viene de Tlalnepantla, Estado de México, en donde cuando era niño asistió a la primaria Benito Juárez, ahí llegó hasta el tercer año y ya no quiso seguir estudiando. Cuenta que su madre no tenía dinero para comprarle el uniforme de educación física y su maestra ya llevaba varias semanas amenazandolo de que si no traía el uniforme lo sacaría en calzones.

“Un día la maestra me cumplió la amenaza, y aunque hacía frío me sacó en en truza al patio, ya no quise volver por la verguenza que sentía con mis compañeros, me junté con los cuates de la cuadra y ya no salí de la calle”, narra. 

“Nadie me invitó a ir a la escuela”  

Esta tarde Geraldino de 26 años reza con fervor a San Judas Tadeo, dice que le pide al santo que sus dos hijas no pasen por lo que él pasó en su natal Huajuapan de León, estado de Oaxaca, en donde debido a la pobreza de sus padres nunca fue a la escuela. “Eramos pobres, lo veía porque no había nada de comer en la casa, así que a tabajar al campo. Nunca ninguna autoridad fue por mí para invitarme a ir a la escuela, a nadie le importó”. Hoy Geraldino vive en CDMX y vive de elaborar artesanalmente juguetes de palma.

“Una pelea interrumpió mis estudios”

La vida educativa de Mario Alberto transcurrió bien durante la primaria sin embargo en el último año de la secundaria Mahatma Gandhi, ubicada en la colonia San Rafael Chamapa, no se fijó y accidentalmente tropezó con uno de los estudiantes más violentos de la escuela, lo cual le valió una golpiza que lo envió al hospital, sus padres decidieron que mejor ya no volviera para que no lo mataran, y así lo hizo, no volvió y se hizo microbusero.

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