El 26 de abril de 1976 el narcotraficante de origen cubano Alberto Sicilia Falcón escapó de la cárcel de Lecumberri, ubicada en la delegación Venustiano Carranza, a través de un túnel que iba de su celda a una casa ubicada en la popular colonia 7 de Julio.
A todos los colonos les impactó que un delincuente de esa magnitud hubiera comprado la vivienda de su vecino y por ahí se fugara. Quizá el más asombrado fue un adolescente llamado Pedro Francisco Reyes García, quien desde entonces ya tenía en puertas estudiar en la Benemérita Escuela Nacional de Maestros.
Una vez que se tituló como maestro Pedro ejerció la profesión de profesor en primarias de Iztapalapa y la Gustavo A. Madero, más tarde en secundarias, luego decidió especializarse en Menores Indaptados Infractores en la Escuela Normal de Especialización de la SEP en donde empezó a entrar al Consejo Tutelar en donde implementó programas de tutores, el cual consistía darle actividades educativas a los menores.
“Fue así como alguien me vio, me invitó a colaborar con ellos, y fui jefe de tutores y este progrma se generalizó en el Consejo Tultar y desde entonces se contrataron a sociólogos, psicólogos y a una serie de profesionales, logrando mejorar las condiciones de los muchachos en la institución”, comenta en entrevista.
La carrera del maestro de primaria continuó, estudió una maestría en el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), así fue invitado a ser director en los penales de Tamaulipas y “La Pila” en San Luis Potosí en donde enfrentó amenazas de muerte de grupos del crimen organizado.
Actualmente el maestro Pedro Francisco Reyes ofrece clases de criminalística en el Colegio Libre de Estudios Universitarios (CLEU).