Con cifras a 2021, México lideraba la tasa de embarazos adolescentes en países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad.
Se trata de números publicados en el informe del Consejo Nacional de Población.
El inicio temprano de la vida sexual es una tendencia preocupante, ya que el 23 por ciento de los adolescentes mexicanos inician su actividad sexual entre los 12 y 19 años de edad.
Aunque la mayoría de los adolescentes conoce al menos un método anticonceptivo, más de la mitad no los utiliza en su primera relación sexual. Esta situación provoca alrededor de 340 mil nacimientos de mujeres menores de 19 años al año.
Los embarazos en la adolescencia aumentan la morbimortalidad materna y fetal y aumentan el riesgo de enfermedades como:
- Preeclampsia
- Diabetes gestacional
- Eclampsia
Para mejorar la salud de las mujeres y disminuir la mortalidad materna, la experta recomienda retrasar el inicio de la actividad sexual hasta después de los 21 años.
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La salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social relacionado con la sexualidad, según la definición de la Organización Mundial de la Essalud (OMS), que requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) indica que en México, hasta 2020, 15 por ciento del total de los nacimientos registrados en ese año pertenecían a madres adolescentes menores de 20 años.
A pesar de las cifras, estas varían en cada entidad del país donde la tasa puede llegar a 18 por ciento como en el caso de Guerrero.
Los números del IMCO advierten que esta situación representa un problema de salud pública. La cual pone en riesgo la vida de ellas y la de sus hijos. Y podría estar relacionado con la violencia de género que viven las mujeres desde edad temprana.
Madres adolescentes, una posición social complicada
El estudio del IMCO señala que el embarazo en la adolescencia es un problema complejo con múltiples causas y manifestaciones que afectan a hombres y mujeres de manera diferente.
De acuerdo con estudio cualitativo realizado con padres adolescentes de entre 15 y 19 años, la mayoría de ellos no viven con sus parejas ni sus hijos. Esto provoca que su relación como padres sea casi inexistente o limitada por la distancia física, social y emocional.
Por lo general, son las madres quienes asumen las tareas de cuidado del bebé. Esto puede perpetuar dinámicas de género en distintas etapas de la vida de las mujeres.
Además, se ha comprobado que las madres adolescentes ganan un 32 por ciento menos al año que aquellas que tuvieron hijos en la edad adulta.
Mientras que las madres adultas tienen un ingreso anual promedio de 68 mil 190 pesos, para las madres adolescentes es de 46 mil 627 pesos.
Por tanto, se necesitan políticas públicas que apoyen a las madres adolescentes. Con el objetivo de mejorar sus expectativas de vida y las de sus bebés, y para aumentar sus oportunidades.
Esto podría lograrse mediante un plan que anime a las adolescentes a volver a la escuela y completar su educación. Lo anterior a través de información, incentivos académicos y programas de estudio flexibles.
También es importante recopilar información sobre las condiciones que enfrentan las madres jóvenes en el país. Incluyendo estudios cualitativos que ayuden a comprender mejor sus decisiones.
Solo con una mejor información se pueden diseñar políticas públicas más efectivas. Invertir en las mujeres hoy significa invertir en el talento femenino del futuro.
