Horacio Tovalín Ahumada, académico de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la UNAM, señala que el primer órgano blanco de la contaminación es el pulmón.
Agrega que el principal alimento del ser humano es el aire y dentro del aire, el oxígeno. Para eso está diseñado nuestro cuerpo; de tal manera que nuestro aparato respiratorio, en su parte más íntima, tiene los alveolos, hasta donde llega el aire.
Y de ahí hay un paso a la sangre. Son 600 millones de alveolos.
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Esto mismo hace que nuestro sistema respiratorio sea muy vulnerable a lo que hay en el aire.
En entrevista para Gaceta UNAM, el universitario asegura que después del aparato respiratorio, el corazón y las arterias serían los más afectados.
“Los contaminantes a los que nos exponemos diariamente en la ciudad también afectan mucho el sistema cardiovascular, algo que antes no se sabía. Se asumía que todo era en los pulmones, pero también afecta el sistema nervioso. Se ha visto que al respirar –nosotros tenemos terminaciones nerviosas en la nariz, en el bulbo olfatorio, lo que hace que podamos percibir olores e inclusive el gusto– algunos de los contaminantes, partículas muy pequeñas, también pueden entrar y llegar hasta el sistema nervioso central”.
Contaminación que provoca las contingencias ambientales irrita los sistemas del cuerpo
Tovalín Ahumada, refiere que las alertas en la Ciudad de México que provocan las contingencias ambientales fueron principalmente por ozono, las cuales ocurren en abril y mayo.
“La energía solar produce reacciones con las miles de toneladas de disolventes, porque la atmósfera de esta metrópoli tiene muchísimos disolventes orgánicos que se escapan de los tanques de los automóviles o que son quemados de forma incompleta por los automóviles y que eso reacciona con los óxidos de nitrógeno. Y entonces se produce, claro, ozono. Pero también se generan partículas muy pequeñas como nitratos y sulfitos. Y entonces el ozono produce una gran irritación”.
Añade que el ozono se usa en los hospitales para desinfectar porque mata bacterias, “tiene sus efectos positivos y en la estratósfera nos protege. Pero aquí, al respirarlo, por su efecto oxidante, resulta muy irritante. Las personas que tienen enfermedades en que la inflamación es importante y tienen más susceptibilidad a la irritación, gente con alergias, que ya tiene alguna afección pulmonar obstructiva, son más sensibles y podrían ver agravados sus padecimientos. También en el caso de la gente con problemas cardiovasculares y que tiene un componente de inflamación significativo, arteriosclerosis, problemas de infartos cerebrovasculares, su situación podría empeorar”.