Historias autobiográficas, retratos de personajes cotidianos y célebres, ceremonias, lugares específicos y sobresaltos colectivos son la materia prima de El vértigo horizontal. Una ciudad llamada México, el nuevo libro de Juan Villoro integrado por 44 crónicas complementadas con fotografías sobre la Ciudad de México.
El volumen editado por Almadía abarca una serie de acontecimientos sucedidos en los últimos 50 años en la capital del país, que ha elaborado en las últimas dos décadas.
Describió la lectura de su obra como un recorrido urbano parecido a las distintas líneas del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, una idea bien entendida por Alejandro Magallanes al diseñar el índice en forma de mapa, con cada una de las crónicas como estaciones. “Hay tantas posibilidades de leerlo (de manera sucesiva o por ejes temáticos) como tiene una ciudad de ser recorrida”, apuntó.
Respecto del título que rompe la noción del vértigo como tributo de la verticalidad, Villoro explicó que proviene del escritor francés Pierre Drieu La Rochelle cuando visitó la provincia de La Pampa, en Argentina. “Le preguntaron qué opinaba de esa extensión sin límites y él dijo, con esa facilidad que tienen de pronto los intelectuales franceses para crear conceptos, ‘es un vértigo horizontal’”.
Ante el cambio de nomenclatura de Distrito Federal a Ciudad de México y ante el crecimiento demográfico que se modifica de horizontal a vertical en la metrópoli, el escritor y periodista mexicano consideró que su libro “es un acto de amor y también de irritación hacia la ciudad”.
En cuanto a su realización, aseguró que una de las cosas más difíciles de un libro como Vértigo horizontal es ponerle punto final. Con el tema inagotable de la Ciudad de México, “para mí lo decisivo vino exactamente hace un año, el 19 de septiembre de 2017. El límite de mi trabajo no lo puse yo, el límite lo puso la tierra, y cuando ocurrió el terremoto decidí terminar con la evocación de ‘El puño en alto’”.
Vértigo horizontal. Una ciudad llamada México incluye como epígrafe la cita de Borges: “No nos une el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto”, el prólogo es de Néstor García Canclini, el diseño y cartografías son de Alejandro Magallanes y la selección de fotos de autores como Yolanda Andrade, Sonia Madrigal, Marco Antonio Cruz, Dr. Alderete, Paolo Gasparini y Pablo López Luz.