Prostitutas: De heroínas, traidoras y víctimas en México

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En la historia de México se considera a María Manuela Castrejón como la primera madrota en nuestro país.

Corría el año de 1808, cuando esta mujer decidió poner un negocio: un prostíbulo o casa de citas en su propia casa.

El lugar común dice que la prostitución es el oficio más viejo del mundo. Y México no es la excepción.

Aunque hay pocos registros, sí existen evidencias en los Códices Matritense y Florentino que documentan la presencia de mujeres dedicadas a la prostitución desde la época prehispánica.

Aunque el concepto de prostituta como tal comenzó a utilizarse en México hasta mediados del Siglo XVIII.

De acuerdo con información de WikiMéxico, “en el México novohispano no existía un término legal o una pena por ejercer este oficio, pero sí había sanciones para las ‘alcahuetas’ o ‘leoninas’ y desde el siglo XVI se crearon instituciones de salud especializadas en atender el ‘fuego sacro’ o el ‘mal de San Anton’, como el Hospital de Nuestra Señora de Loreto, donde se atendían a mujeres sifilíticas y tuberculosas”.

En La Gazeta de México del 22 de julio de 1733 se informa que se “celebró en la Real Casa y Recogimiento de Santa María Magdalena con toda la solemnidad” una misa y sermón en honor de la fundación en 1689 de la “Casa para Rameras Públicas”, lugar de reposo, donde después de la vida disipada llevada por estas mujeres, les ayudaban a volver al buen camino y a bien morir.

Durante la Independencia, la prostitución fue una de las estrategias de la que se valieron los insurgentes contra los realistas.

Las mujeres que se dedicaban a la prostitución “fungían como espías o con mañas y audaces artificios convencían al enemigo de unirse a la causa independentista”.

En el sitio de Cuautla de 1812, estas mujeres tuvieron un papel destacado, pues se colaron al campamento realista donde además de brindar servicio a los soldados, lograron obtener información militar valiosa, la cual fue de mucha utilidad para el ejército de José María Morelos.

Debido a los servicios prestados a la Patria, en la década de 1820 el Ayuntamiento de la ciudad les dedicó la calle nombrada como “Intrépida barragana”.

En 1847 las mujeres dedicadas al sexoservicio fueron muy criticadas pues algunas atendieron a las tropas de Estados Unidos que invadieron México. A estas meretrices, que se les llamaba ‘margaritas’, se les consideró como traidoras, pues durmieron con el enemigo sin más beneficio que el pago de sus servicios. Por estas acciones fueron rapadas en castigo.

Otra de las prostitutas célebres en la historia es “Barragana de Aguascalientes”, mujer cuya belleza y seducción fue debilidad de muchos. La leyenda de esta mujer cuenta que a cambio de su alma, se le dio tal hermosura que no había hombre que pudiera resistirse a sus deseos.

En el Segundo Imperio Mexicano, Maxiliano de Habsburgo creó un registro de prostitutas, con la finalidad de reglamentar esta actividad y prevenir enfermedades. En aquel momento se levantaron 598 expedientes de mujeres dedicadas a brindar servicios sexuales, los cuales contenían foto, nombre, lugar de origen, edad, oficio previo, dirección, enfermedades padecidas y categoría, de acuerdo al sector social al que brindaba atención.

En 1867 la prostitución fue legalizada en México, bajo el gobierno republicano. Entonces se obligó a las sexoservidoras a someterse a un examen médico. Además se creó “un espacio en el Consejo de Salubridad y en el Consejo General de Beneficencia, adscrito al Hospital para prostitutas de San Juan de Dios (luego Hospital de Morelos y ahora Museo Franz Mayer), atendido por Hermanas de la Caridad y que funcionó hasta 1968”, señala WikiMéxico.

Fabiola Bailón Vásquez, historiadora y autor del libro Prostitución y lenocinio en México, siglos XIX y XX, editado por el Fondo de Cultura Económica, sostiene que los intentos de regulación del comercio sexual en nuestro país han fracasado.

El principal problema de las regulaciones que se han emprendido del comercio sexual es que “no consideró a los explotadores varones, aunque existieron desde la Colonia y van a existir todo el siglo XIX y XX”, señala la especialista.

Y añade que “el Estado no pone especial atención en ellos, cree que a través de la regulación y del control de las matronas, ellos dejarán de existir, pero es así, muchas veces son ellos los que operan detrás de las matronas, son los dueños de los burdeles y son los que explotan a las mujeres”.

Fue hasta mediados del siglo XX cuando salió a la luz la presencia de proxenetas y varones explotadores de mujeres; sin embargo, poco se les persiguió.

En 1940 inició en la Ciudad de México un cambio de régimen, el cual se caracterizó por perseguir a quienes ejercían a prostitución. Sin embargo, mientras  las matronas eran perseguidas, los proxenetas gozaban de impunidad.

Fue hasta 1930 cuando se tipificó el lenocinio en el Código Penal, pero con especial atención, vigilancia y castigo a las mujeres.

La persecución de los explotadores de mujeres es más reciente; ha sido en las últimas décadas en las que se ha comenzado a hablar de padrotes.

Bailón Vásquez señala que actualmente la forma de operar de los tratantes es muy sofisticada.

A lo largo de los años, al paso de la historia de la prostitución en México, la especialista opina que la principal constante ha sido la explotación masculina a las mujeres.  (Con información de WikiMéxico y EL UNIVERSAL)

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