Admítamoslo, hasta hace muy poco tiempo los estudiantes de primaria y secundaria no tenían de otra más que recurrir a las monografías de papelería para hacer la tarea sobre cualquier tema.
Y es que en el pasado solo había de dos: o se recurría a una de estas láminas o bien se iba a la biblioteca a buscar los datos necesarios para cumplir con los deberes escolares.
Cosa contrario pasa hoy con Google o Wikipedia que con tan solo unos cuantos clicks y unas tres palabras máximo tenemos al alcance de la mano cualquier información que nos pidan los maestros.
Aunque cada vez se consumen menos monografías en nuestro país la realidad es que aún se siguen produciendo por algunas empresas como Sun Rise, Ediciones Rad Y Ediciones Bob.
Cada empresa que produce estos productos recopila su propia información e ilustra según su estilo e incluso prejuicios sobre el tema del que trata.
Ejemplo de ello es la muy conocida monografía de “Delincuencia juvenil” en donde se estereotipa a este sector de la población, casi al borde de la criminalización y la ridiculización.
Alberto Sánchez, director editorial de la Revista Relatos e Historias de México opina que las monografías no son el mejor material didáctico del que los maestros puedan echar mano, pues suelen contener pocos datos y fomentan únicamente el copiar y memorizar.
Como sea las monografías marcaron a muchas generaciones de niños mexicanos.
